Pandemias, desastres naturales o apagones… las crisis ponen a prueba muchas cosas, también la seguridad alimentaria. Cuando ocurren estas situaciones, los riesgos cambian, pero el objetivo sigue siendo el mismo: proteger la salud del consumidor.
Cuando llega una crisis —una DANA, una nevada o un fallo eléctrico de largas horas—, el principal reto es mantener la cadena de frío. Sin electricidad, la temperatura de conservación puede alterarse y favorecer la proliferación de microorganismos. Por eso es esencial contar con termómetros independientes, controlar las temperaturas y revisar el estado de los alimentos antes de consumirlo o distribuirlo.
Durante la pandemia, por ejemplo, el sector alimentario tuvo que reaccionar con rapidez: controles de acceso, desinfección reforzada, gestión de bajas y nuevos turnos. Esa situación demostró lo importante que es tener sistemas preventivos como el APPCC y equipos formados para actuar ante cualquier imprevisto.
En casos de desastres naturales o cortes eléctricos, disponer de un plan de contingencia marca la diferencia. Estos planes deben incluir:
- Identificación de alimentos en riesgo.
- Procedimientos para descartar productos sospechosos.
- Protocolos claros de limpieza y desinfección.
- Comunicación interna y trazabilidad de lotes.
No se puede evitar una crisis, pero sí estar preparados. La prevención empieza con la formación del personal, la revisión periódica del APPCC y la actualización de registros y ver qué responsabilidades tiene cada miembro del equipo.
En CSA Seguridad Alimentaria ayudamos a que cada empresa esté lista para cualquier escenario: diseñamos, implantamos y auditamos sistemas de seguridad alimentaria que resisten incluso los momentos más difíciles.

