Desde los medios de comunicación nos llegan continuamente mensajes como “sin conservantes”, “sin aditivos”, “sin colorantes” … que un producto no tenga químicos es un reclamo comercial. Pero, ¿este miedo a los químicos tiene una base real?

Es cierto que existen algunas sustancias beneficiosas y otras que no lo son tanto o que incluso dependiendo de la dosis pueden ser tóxicas. Pero todos los químicos permitidos han sido estudiados por la EFSA, quien realiza unas estrictas evaluaciones de riesgo y determina qué sustancias pueden ser consumidas sin riesgos para la salud y en qué cantidades.

En general, todas estas sustancias a las que tanto se temen han supuesto una mejora en la calidad de vida de las personas.

Por ejemplo, los conservantes se utilizan para prevenir y retrasar el crecimiento de microorganismos patógenos (bacterias, mohos, hongos…) y mantener sus propiedades organolépticas por más tiempo (color, olor, sabor, textura…). Sin estos muchos productos no podrían llegar a nuestra mesa ya que perecerían antes.

También existe un rechazo a los denominados aditivos artificiales, dejando de lado el hecho de que muchos aditivos naturales son producidos sintéticamente para reducir costes.

En el caso de los conservantes, la mayoría son inocuos (ácido ascórbico, tocoferol, ácido cítrico…), no obstante, existen algunos que en altas dosis pueden ser perjudiciales, como el hidroxianisol o los nitratos. ¿Esto puede ser un peligro real? La respuesta es no, ya que todos los conservantes están regulados estrictamente incluyendo la cantidad máxima que se puede utilizar en un producto.

Al igual ocurre con el resto de aditivos: colorantes, humectantes, saborizantes, antiaglomerantes, acidulantes, potenciadores del sabor… Todos ellos están regulados por la Unión Europea.

Cabe destacar que el foco está puesto especialmente en los químicos añadidos de forma artificial a los alimentos, sin embargo, existen muchas sustancias químicas tóxicas presentes de forma natural en los alimentos. Por ejemplo, en las leguminosas están presentes tóxicos como los glucósidos cianogenados cuyas encimas al degradarse pueden liberar cianuro, lo que hace que consumirlas crudas sea peligroso.

Por todo ello, aconsejamos que antes de rechazar cualquier químico artificial y no cuestionar los naturales, te informes sobre las propiedades reales de cada sustancia utilizando como base fuentes científicas.

 

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